Los aerosoles son la principal fuente de entrada de metales traza a las aguas del Mediterráneo. La circulación atmosférica en la cuenca mediterránea durante el verano favorece el transporte de aerosoles desde el desierto del Sahara en el norte de África. En cambio, las condiciones meteorológicas en invierno tienden a facilitar el transporte de aerosoles desde Europa, donde la concentración de aerosoles es mucho menor pero con una gran influencia antropogénica.

La entrada de metales trazas y nutrientes provenientes de la atmósfera pueden jugar un papel relevante en todos los ecosistemas resultando esenciales para su funcionamiento biológico. Oligoelementos como nitratos, nitritos, fosfatos o hierro pueden incrementar la productividad de los ecosistemas terrestres y marinos. Sin embargo, no todos los aportes de aerosoles estimulan la productividad biológica e, incluso, metales como el cobre pueden ejercer un efecto contaminante en altas concentraciones.

Menos conocidos son los aportes de material biológico (bacterias, virus, proteínas…) asociados a los aerosoles. Los aerosoles saharianos contienen grandes cantidades de bacterias que pueden alcanzar las costas europeas en estado viable. Los aerosoles derivados de la dispersión de gotas de agua de mar también representan aportes significativos de bacterias, virus y otros materiales derivados de organismos planctónicos. La caracterización de estos bio-aerosoles es un paso crucial ya que aporta información sobre su origen, su supervivencia en el medio marino y la presencia de microrganismos patógenos que puedan afectar al Archipiélago de Cabrera.

 

©Antoni Jordi