Un reciente estudio, en el que ha participado la Dra. Anna Traveset del Institut Mediterrani d’Estudis Avançats (IMEDEA, CSIC-UIB), ha demostrado cómo las aves frugívoras ajustan sus hábitos alimenticios ante condiciones ambientales estresantes.

Publicado en la revista Science por un equipo internacional de científicos, el estudio revela que las aves frugívoras tienden a consumir frutos que coinciden estrechamente con el tamaño de sus picos, especialmente cerca de los límites de su rango geográfico. Basado en datos de 97 especies de aves y 831 especies de plantas en seis continentes, el descubrimiento sugiere que las aves bajo estrés ambiental en los bordes de sus hábitats optimizan su dieta para maximizar la ingesta de energía.

Esta tendencia es particularmente fuerte en aves altamente frugívoras, mientras que los frugívoros oportunistas no muestran el mismo patrón. Las aves parecen ajustar su dieta para consumir los frutos más grandes y fáciles de manejar, maximizando la energía obtenida por evento de consumo, especialmente bajo condiciones estresantes. La especialización en la dieta juega un papel crucial, y esto se hace más evidente en las  aves más dependientes de frutos al optimizar más su dieta cerca de los límites de su rango.

El estudio se fundamenta en la teoría de forrajeo óptimo, que predice que la selección natural impulsa a las especies a elegir una dieta que maximiza la ingesta de energía o nutrientes por unidad de esfuerzo. Sin embargo, se desconocía si las presiones ambientales podrían alterar esta optimización en la dieta. El equipo de investigación abordó esta cuestión evaluando la relación entre el tamaño del pico de las aves y el tamaño de los frutos consumidos en diferentes partes de sus rangos geográficos. Además, consideraron factores como el grado de frugivoría y el estatus migratorio para obtener una visión más completa.

Estos hallazgos subrayan la importancia de la coincidencia de rasgos entre consumidores y recursos en la ecología de las aves frugívoras, especialmente bajo condiciones ambientales estresantes. Además, el estudio sugiere que los esfuerzos para predecir el uso de recursos basados en rasgos deben considerar la variabilidad dentro de los rangos geográficos de las especies.

Este estudio proporciona una nueva perspectiva sobre cómo las aves frugívoras pueden ajustar su comportamiento alimenticio en respuesta a las condiciones ambientales cambiantes. Según apunta Traveset “Esto tiene implicaciones importantes para la conservación y la comprensión de las interacciones ecológicas bajo el actual escenario de cambio climático”

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