Alimentando el cambio de los ecosistemas

30/01/2014

  • Un estudio científico del Laboratorio de Ecología de Poblaciones del IMEDEA (CSIC-UIB), argumenta que la comida que los humanos ponen a disposición de los animales a través de actividades como la agricultura, la ganadería, la pesca comercial y el comercio ha dado forma a muchos de los ecosistemas del planeta tal y como los vemos hoy en día.

Mallorca, 31 de enero de 2014. Desde los tiempos de los cazadores-recolectores hasta las sociedades neolíticas -y más especialmente en los países desarrollados contemporáneos- los humanos hemos aportado (voluntaria o involuntariamente) alimento a una multitud de especies animales, alterando comunidades y ecosistemas. El estudio científico publicado en la prestigiosa revista Ecology Letters, explica que algunas especies son más hábiles en la explotación de estos restos de comida que otras, lo que puede afectar a la estabilidad de las comunidades y a las redes tróficas mediante la alteración de la competencia por interferencia (la que se produce por la disponibilidad de la comida, la reproducción o un hábitat concreto, por ejemplo) y las interacciones depredador-presa.

Las especies que se aprovechan de la comida de origen humano han aumentado su número en lugares concretos, principalmente debido a la relativamente mayor previsibilidad espacio-temporal de esos desperdicios o subsidios alimentarios. Daniel Oro (IMEDEA CSIC-UIB), co-autor del estudio, señala que “muchos procesos ecológicos que afectan a poblaciones, comunidades y ecosistemas, tales como la resiliencia, los umbrales de extinción, dinámicas de transición y las diferentes formas de competencia cuando se modelizan las cascadas de extinción, pueden explorarse mediante la comparación de los sistemas subsidiados y no subsidiados”.

Algunos ejemplos de situaciones en las que se ponen a disposición de las especies animales grandes cantidades de subsidios tróficos incluyen los descartes de la pesca, restos orgánicos de los vertederos o de atropellos, los muladares (que contienen suficientes residuos comestibles para atraer a un 20-30 % de todos los mamíferos y aves en una región, especialmente las especies omnívoras y carnívoras)  o las semillas que se ofrecen a las aves en los comederos de los jardines del primer mundo. Algunos estudios han demostrado que esta comida extra afecta a varios rasgos de historia de vida (por ejemplo, la fecundidad y la supervivencia) y aumenta la capacidad de carga de los ecosistemas. De manera más sutil, las actividades humanas como la agricultura, la silvicultura y la ganadería han subsidiado de forma involuntaria a algunas especies, mientras que al mismo tiempo han perjudicado a otras, desde insectos hasta grandes depredadores.

Oro, Profesor de investigación del CSIC en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA CSIC-UIB), remarca que “la investigación orientada hacia la evaluación de los efectos de los subsidios tróficos antrópicos sobre la dinámica de las poblaciones animales puede mejorar enormemente nuestra comprensión del papel de la disponibilidad de alimento en los estudios ecológicos y evolutivos de las comunidades y redes alimentarias más allá de las limitaciones de los estudios experimentales”.

 

(Seguir leyendo en Nota de Prensa adjunta)