Contar mariposas para entender cómo el cambio climático afecta a la biodiversidad

29/12/2020

 

 

Foto: Blanca esbelta (Leptidea sinapis) (Autor: Pau Colom)

 

 

 

Esporles, 30 de diciembre de 2020. La capacidad de adaptación de las especies puede ser insuficiente ante las proyecciones de cambio climático y podría suponer pérdidas abruptas de biodiversidad en este mismo siglo.

 

 

Las mariposas, indicadores de salud ambiental

 

Son un grupo modelo de estudio debido a su carácter bioindicador. Al ser organismos ectotermos (la temperatura corporal depende del medio externo), el ciclo biológico de las mariposas se ve estrechamente ligado al clima. Además, su corta vida y las múltiples generaciones que se pueden suceder en un mismo año permiten detectar rápidamente el efecto de perturbaciones ambientales en sus poblaciones.

 

 

El proyecto de ciencia ciudadana Catalan Butterfly Monitoring Scheme (CBMS) pretende conocer con precisión la evolución de las especies a partir de la repetición semanal de censos visuales realizados en itinerarios fijos desde marzo hasta septiembre. Desde 1994, una red extensa de voluntarios ha contado casi 3 millones de mariposas de 188 especies diferentes en 185 localidades de Cataluña, Andorra y Baleares. Gracias a la gran cantidad de datos obtenidos de estos proyectos a gran escala espacio-temporal podemos saber cómo se ven afectadas las especies por el cambio climático y si éste es una amenaza real para las especies.

 

 

Las mariposas aparecen antes

 

Uno de los primeros efectos detectados del cambio climático fueron los cambios en la fenología de las especies, es decir, cambios en el momento en que ocurren las diferentes fases del ciclo biológico (huevo, larva, pupa y adulto) a lo largo del año.

 

 

Contar mariposas semana tras semana nos permite conocer el momento en que aparecen las mariposas adultas cada temporada. Con estos datos se ha constatado cómo a lo largo de dos décadas las especies de mariposas han avanzado de 2 a 10 días su aparición.

 

 

La explicación es clara: una mayor temperatura supone un desarrollo más rápido de las diferentes fases inmaduras de las mariposas (huevo, larva y crisálida) y, por tanto, una emergencia más temprana de las mariposas adultas.

 

 

Cada vez más al norte y a mayor altitud

 

Son numerosas también las evidencias de que muchas especies están cambiando su distribución como respuesta al cambio climático, desplazándose hacia el norte y zonas más elevadas en busca de un clima más suave. En islas con orografía escasa como Menorca una respuesta habitual de las especies al incremento de la temperatura podría ser la dispersión hacia barrancos con condiciones microclimáticas más suaves.

 

 

Las especies, en declive

 

Los datos que genera el CBMS cada año nos permiten conocer con precisión la evolución de las poblaciones de mariposas mediterráneas. En Cataluña y Andorra estos datos evidenciaron que, en 20 años, el 70 % de las especies había sufrido tendencias regresivas, siendo las más afectadas las especies especialistas (aquellas con una menor movilidad y menos capacidad para colonizar hábitats diversos).

 

 

Sin embargo, en islas (como Menorca) donde encontramos una mayor proporción de especies generalistas (mayor movilidad y capacidad de ocupar ambientes distintos), las tendencias poblacionales de las mariposas también son alarmantes.

 

 

El cambio climático no es el único culpable

 

En la región mediterránea, la disponibilidad de agua es un factor limitante para las especies. El incremento de la temperatura, conjuntamente con una menor precipitación, parece estar relacionado con las tendencias negativas de las mariposas, especialmente en los ambientes más áridos.

 

 

Sin embargo, los cambios en los usos del suelo también tienen un efecto claro en muchas especies de mariposas. El abandono de la agricultura y la ganadería extensiva tradicional de las últimas décadas ha supuesto un proceso de transformación de muchos ecosistemas. Hábitats abiertos con gran diversidad de flores y habitados por una gran diversidad de mariposas y otros polinizadores se han ido transformado en matorrales y hábitats forestales más pobres en recursos disponibles para estos insectos.

 

 

Asimismo, muchos ambientes agrícolas se han convertido en hábitats hostiles debido a la intensificación que ha transformado la agricultura (uso de pesticidas, extensión de monocultivos, utilización de maquinaria pesada, desaparición de márgenes entre campos, etc.) y fragmentado los hábitats en los últimos 50 años.

 

 

Todas estas amenazas de origen humano, además del cambio climático, suponen un desafío para la conservación de la biodiversidad.

 

 

En el futuro deberemos indagar en las causas del declive de las especies a partir de análisis multifactoriales que engloben el conjunto de los factores mencionados. Solo así podremos determinar causas, evaluar efectos y realizar proyecciones fiables en torno a la relación entre cambio global y biodiversidad. En última instancia, ello facilitará a los gestores la optimización de los esfuerzos destinados a la mitigación de los efectos del cambio global.

 

 

Para más información pincha aquí: Contamos mariposas para entender cómo el cambio climático afecta a la biodiversidad

 

 


Fuente: IMEDEA (UIB-CSIC)

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